29 de julio de 2014

¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido! (Parte 2)



Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida por conceptos artificiales que nuestros padres, la sociedad, la escuela y los medios nos enseñan.
Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y como “deben” actuar los demás. Una novela que no tiene nada que  ver la realidad.

También, todas las personas, padres, amigos, parejas, etc. Son criaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias y las almacenan en su inventario interior.
Las experiencias negativas dejan en nosotros una huella más profunda, que las positivas.
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28 de julio de 2014

¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido! (Parte I)



Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que “alguien” les hizo.
La sorprendente revelación que te voy a hacer, va a cambiar tu vida…

¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido!
Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. Y las expectativas tu las creas con tus pensamientos. No son reales, son imaginarias.
Si tu esperabas que tus  padres te dieran más amor, y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que “un padre ideal” debió hacer contigo las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.
Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal o cual forma y no lo hizo… Tu pareja no te a hecho nada. Es la diferencia entre las atenciones que esperabas que tuviera contigo a las que realmente tuvo, las que te hieren.
Nuevamente, eso está en tu imaginación.
¿Enojado con Dios? Son tus creencias de lo que debería hacer Dios, las que te lastiman. Dios jamás ofende ni daña a nadie.
El hábito requiere de todas sus  partes para funcionar. Si pierde una, el hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que “te hacen otros” (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las “ofensas”.

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