Las personas se la
pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que “alguien” les
hizo.
La sorprendente revelación que te voy a hacer, va a cambiar
tu vida…
¡Nadie, nunca jamás
te ha ofendido!
Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas,
las que te hieren. Y las expectativas tu las creas con tus pensamientos. No son
reales, son imaginarias.
Si tu esperabas que tus
padres te dieran más amor, y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte
ofendido. Son tus expectativas de lo que “un padre ideal” debió hacer contigo
las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.
Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal o cual forma y
no lo hizo… Tu pareja no te a hecho nada. Es la diferencia entre las atenciones
que esperabas que tuviera contigo a las que realmente tuvo, las que te hieren.
Nuevamente, eso está en tu imaginación.
¿Enojado con Dios? Son tus creencias de lo que debería hacer
Dios, las que te lastiman. Dios jamás ofende ni daña a nadie.
El hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una, el
hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que “te hacen otros”
(en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente
de las “ofensas”.
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